La violación ocurrida en Málaga ha hecho emerger toda una serie de comentarios, opiniones y valoraciones que parecían mantener ocultas para aquellos/as que querían obviar que vivimos en una sociedad brutalmente patriarcal. Una sociedad que por sistema está cuestionando continuamente la palabra de la mujer maltratada, de la mujer violada, explotando el discurso de la malvada mujer que quiere destruir la vida del hombre, quitarle a su hijo, amparada por un discurso feminista exagerado, que se ha ido de las manos. Una sociedad que no tiene reparos en legislar sobre el cuerpo y la vida futura de la mujer, amparándose en que la mujer pide el aborto porque lo único que quiere es “hartarse de follar”. Una sociedad que repite a la mujer que necesita a un hombre: desde los cuentos infantiles pasando por las series y la literatura hasta el rol de la solterona amargada acompañada por mil gatos. Una sociedad que muestra en comedias televisivas violaciones que al parecer hacen gracia. Una sociedad en la que la mujer ya no tiene nombre: se llama baby, nena, rubia, morena, mamita… Una sociedad convencida de que las mujeres se hacen las difíciles y de quien la sigue la consigue.
Una sociedad que opina que una mujer, o se ha defendido hasta la muerte de una violación, o es que en verdad quería. O ha llevado una ropa casta y pura, o es que en verdad quería. O ha huido de todo hombre y vuelto a su casa a bajar las persianes, o es que en verdad quería.
Una sociedad que pretende moldear la mujer hasta tal punto que no sólo pretende controlar cómo debe ser físicamente, cómo debe vestir, por dónde debe andar y a qué horas sino también cómo debe relacionarse y en base a qué debe entregar su vida.
Una mujer abierta, alegre, simpática, extrovertida, dicharachera, aventurera y que no tema andar sola por la calle se ha convertido en estos días en sinónimo de abierta a cualquier relación sexual. Una mujer que se niega a una relación sexual pero que, ante la imposibilidad de escapatoria y la posibilidad de sufrir agresión física de no se sabe qué calibre si lo intentase, intenta llevar la situación con el menor grado de sufrimiento se convierte por obra y gracia de un vídeo de un minuto en una mujer disfrutando de una orgía.
Nadie siente el asco que sufría por dentro, nadie se lo puede siquiera imaginar. Nadie piensa en el dolor que se sufre cuando te están provocando un desgarro vaginal y ahí sigue tu asqueroso violador violándote. Nadie ve sus lágrimas, es imposible verlas en un vídeo hecho con el móvil de noche. Nadie siente sus lágrimas, sus nervios, su incapacidad de moverse como para que la recogiera la policía.
Nosotras, las mujeres, esas eternas exageradas criminalizadoras de hombres. Nosotras, las que hemos llegado a creérnoslo de que nos lo repitan tanto.
A mi compañera de Málaga y a todas las que han sufrido lo mismo: por favor, no, no os hundáis bajo las opiniones patriarcales disfrazadas de objetividad. Haced oídos sordos a unos violadores que van de víctimas y sentir el odio. El odio hacia ellos, hacia todos/as los/as que le dan veracidad y una plataforma para expresarse.
Estas leyes no nos protegen y nunca lo harán, el Estado no nos protege y nunca lo hará. Ambos implican una jerarquía en la que alguien tendrá que estar por encima de alguien: se seguirá reforzando una jerarquía inmemorial como es el patriarcado. Económicamente les sale más rentable porque pueden pagarle menos a las mujeres y despedirlas cuando estén embarazadas y mantenerlas en una indispensable economía sumergida, políticamente les sale rentable mantenernos en un rol inferior porque utilizan a las que participan en la política parlamentaria para lavar la cara a este sistema con su supuesta sensibilidad, simbólicamente les sale rentable porque inseguras e indefensas, sumisas e inferiores, resultamos manipulables.
Las leyes no nos protegen, el Estado no nos protege y nunca lo hará. Pero tampoco nosotras queremos pasar de ser sumisas a un hombre a ser sumisos a papá Estado (una autoridad patriarcal más): ambos sólo han querido protegernos para que nos creamos indefensas, ambos nos quitarán la razón y la protección cuando sientan que lo que pedimos hace tambalear su poder sobre nosotras.
Se acabó. Ya hemos aguantado suficiente. Por mí y por todas mis compañeras. El Estado no nos protege, las leyes no nos protegen, nosotras nos protegeremos. Compañera, compañeras…estéis donde estéis, autosuficientes y fuertes, nosotras nos defenderemos.
Acción directa y autodefensa…
MACHETE AL MACHOTE